Me salvé de la poesía y sus excreciones
porque miré por la ventana más de una vez
y salté hacia afuera rompiéndome las mejillas en cortes finitos
mejor la sangre que las lágrimas, me dije
y opté por la sana amnesia de animal vagabundo y hambriento
que a la memoria de caligrafía diminuta y apretada
que palpitaba en mi cabeza afiebrada y oscura
la retórica del dolor o del vacío
me parecía la única válida, la única verdadera
radical, filosa y suprema, si no no…
si no, mejor bajarse. Y me bajé,
porque descubrí feliz como una idiota
que me gusta la experiencia sin palabras
los días sin fechas
A veces, vuelvo a mirar hacia adentro
y me conmuevo como un anacoreta snob
de la fragilidad de mis decisiones
En estos días la poesía se anuncia en mi puerta
me deja cartas recordándome una deuda