Tanta Cosa

Information

This article was written on 15 Oct 2011, and is filled under Arte Contemporáneo, Exposiciones.

Agua y Electricidad – Un trabajo de CGG

«Water Resistance»
CGG

En casi todas las civilizaciones el agua ha sido considerada el origen de la vida. Su función mítica inaugural la podemos rastrear en culturas tan disímiles como la griega, china, azteca o chilota. Por lo mismo, no es de extrañar que desde Heráclito y sus evocaciones al fluir del agua como metáfora del devenir humano, hasta conceptos como modernidad líquida de Zigmunt Bauman, pasando por el afamado consejo de Bruce Lee be like water my friend, para referirse a las cualidades de adaptación, cambio y ligereza del elemento que debiéramos imitar (no sólo para tirar patadas voladoras al aire, sino también para vivir de manera más sabia), el agua reclamara un lugar alegórico y estético, más allá de su innegable importancia biológica en la vida planetaria.

En el campo de las artes visuales el agua ha sido representada innumerables veces, pero en pocas ocasiones ha dejado actuar como mímesis y/o metáfora. La pintura de paisaje nos empapó de un profuso inventario de lagos, ríos, tormentas. Están en nuestra retina cultural el convulso mar de Guericault con su ‘Balsa de la Medusa’ (1819) ‘La gran ola’ de Courbet (1863); las abstractas pinceladas de Sir William Turner o la sintética ‘Ola de kanagawa’ de Okusai (1833), por nombrar unos pocos. El inventario de obras plásticas que se esmeraron en la representación del agua es interminable. La escultura pocos esfuerzos hizo; quizás porque la naturaleza de sus soportes tradicionales (piedra, mármol, metal) negaban su adjetivización. Mientras, el agua como materia, sólo encontraba lugar en los jardines de palacios islámicos y europeos, pero sólo con un fin decorativo.

Recién durante el siglo XX el agua se convierte en elemento de obra en un sentido objetual. En 1949 Gyula Kosice, artista eslovaco radicado en Argentina, realiza sus primeros planteamientos hidrocinéticos, creando esculturas hidráulicas y proyectando su Ciudad Hidroespacial . Atrevidamente, podríamos decir que el agua se convierte en un nuevo medio al advertir su estreno como material de obra y sus innegables correspondencias con la inestabilidad de los medios electrónicos y digitales ¿Cómo conservar una obra hecha de vapor o de escarcha? Recordemos la acción de Francis Alÿs que consistió en empujar varias horas un trozo de hielo por las calles de México DF hasta que se derritiera por completo sobre el pavimento. El agua como soporte, se hacía también metáfora de la propia deriva situacionista y su efímera e inaprensible existencia.

En otro registro, la obra A-Volve, de Christa Sommerer y Laurent Mignnoneau , utiliza el agua como interfaz visual y también táctil, convirtiéndola en una pantalla interactiva donde aparecen creaturas virtuales de apariencia acuático-electrónicas creadas por los espectadores.

No como entorno, sino como fin en si mismo, el artista alemán Hans Haacke en su obra Cubes Condensed (1962) utiliza el agua para graficar los procesos de condensación del líquido. Su objetivo era desarrollar lo que llamaba “sistemas de tiempo real” que privilegiaran el proceso antes que el objeto, atendiendo a las cualidades físicas del agua, pero a la vez cuestionando metonímicamente la relación entre las características elementales del recurso hídrico y los flujos de conocimiento y poder en la sociedad actual.

En la obra de Claudia González, Water Resistance, se despliega una operación similar a la de Haacke. El agua no es metáfora del ser, ni escenario, ni entorno. El agua aquí es presentada como tal, pero tampoco en clave minimalista o tautológica, sino como factor reactivo en una dinámica o sistema, que puede tener lecturas múltiples a nivel ideológico-estéticas, pero que ante todo describe a través de un proceso, su esencia y propiedades.

Agua, contenedor plástico, cables, altavoces reciclados son los ingredientes de un ejercicio de física y electrónica básica que dan como resultado una naturaleza alterada difícil de decodificar, que nos sitúa en ese peldaño resbaladizo que es el conocimiento de las cosas. La pieza, de manera casi pedagógica, ilustra el comportamiento físico-químico de la conducción eléctrica del h2o, gatillando nuevas instancias de percepción de un elemento fundamental para la vida humana pero del que no reparamos cuando abrimos el grifo o la bebemos envasada.

Agua y electricidad conviven en una aparente tensión ontológica: se atraen y repelen; dibujan la amenaza de la electrocución, del cortocircuito, pero también de su potencialidad silente y misteriosa. El propio título de la pieza -Water Resistance- juega con esta dicotomía. Agua, es elemento y es símbolo, tiene esa versatilidad que la hace dócil y poderosa, sanadora y destructiva a la vez; Resistance lo asociamos con “resistencia” que no sólo se refiere a soportar, enfrentar -palabra que ha tomado significación autónoma en el psicoanálisis, como mecanismo de defensa, o en la historia como concepto político-, sino que es también un componente usado en electrónica, y cualidad de los materiales, en la física.

La apariencia de la obra nos recuerda un espacio de trabajo de laboratorio. El agua circula desde un recipiente a través de mangueras, activando circuitos que generan sonidos. La caída, la corriente y el flujo determinan el patrón rítmico y el espectro sonoro de esta suerte de escultura hidrocinética povera.

Presentar el agua como algo ajeno que hace ruidos raros, desmarca el elemento banal de su uso cotidiano, de su domesticación y control.
La pieza nos inunda de sonoridades irregulares que arbitrariamente fluctúan desde frecuencias muy graves a metálicos gemidos. Canto hídrico que nos desconcierta. No es el sonido de las olas reventando en la orilla del mar; no es el afluente del río, no es lluvia, ni siquiera la gotera del grifo. Son sólo frecuencias que oscilan componiendo una música atonal, sin melodía ni armonía. Huella sonora del encuentro de los elementos. Una biopsia auditiva a su secreto. O al menos a uno de sus secretos, esos que la ciencia documenta y registra, y que la tecnocracia explota, inundando bosques para hacer represas.

Porque además, es inevitable la relación con la contingencia. Ad portas de la aprobación del proyecto Hydroaysén y la consecuente inundación de cientos de hectáreas de bosque nativo en el sur de Chile para construir una central hidroeléctrica, Water Resistance es también un comentario político.

Valentina Montero P.
Barcelona, septiembre 2011

Deja una respuesta

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.